AGUSTÍN DE HIPONA (SAN AGUSTÍN) (354/430)
MARCO HISTÓRICO, SOCIOCULTURAL Y FILOSÓFICO DE LA ÉPOCA
La época anterior al inicio del cómputo cristiano corresponde al desarrollo de la hegemonía romana (siglos III-I a. C.). Los romanos dominan la zona del Mediterráneo occidental y oriental. El siglo I es el siglo de la creación del Imperio Romano por el emperador Augusto. Es también el siglo en el que vive Jesús, el Mesías cristiano. Su predicación fue especialmente fructífera en los núcleos urbanos y en las clases sociales bajas sobre todo en el Mediterráneo oriental en la que se formaron comunidades cristianas.
En los siglos II-III comienza la crisis del Imperio que se hace patente en la presión ejercida en las fronteras por los pueblos bárbaros, en el aumento del poder del ejército, en la sustitución de esclavos por colonos, etc.; aparte de que las diferencias entre Occidente y Oriente son cada vez mayores.
La época concreta de San Agustín corresponde al periodo histórico denominado Bajo Imperio Romano (siglos IV-V), caracterizado por una economía agrícola y ganadera, decadencia de las ciudades, de las artes, sigue la importancia del ejército como protección ante las invasiones bárbaras, la sociedad se estratifica, etc. Vivió durante el gobierno de dos emperadores Juliano y Teodosio el Grande; a la muerte de este último el Imperio se divide en dos: el de Oriente, cuya capital será Bizancio y el de Occidente, con Roma como capital, empobrecida por las invasiones y los problemas de fronteras con los pueblos del norte. Terminará siendo conquistada (476), quebrándose definitivamente la cultura grecorromana y encontrando en el cristianismo (autorizado por Constantino en el Edicto de Milán y convertida en religión oficial por Teodosio) el soporte moral e ideológico para la restauración del imperio y la construcción de una nueva identidad que pasaba por la conversión de los pueblos invasores. Es el momento de tránsito de la Edad Antigua a la Edad Media.
Después de una época en la que el cristianismo representaba sólo como un anuncio de salvación religiosa una llamada a la conversión moral, ante las críticas que recibía por parte de los filósofos paganos se vio obligado a expresarse racionalmente y a construir un sistema de pensamiento en respuesta al reto de la filosofía, concluyendo esta larga controversia en una postura de síntesis entre cristianismo y helenismo, que hoy se le denomina “filosofía cristiana”.
Esta labor fue llevada a cabo fundamentalmente por la Patrística (pensamiento de los primeros Padres de la Iglesia), en la que San Agustín (354-430) representa la cumbre de este movimiento. Estos autores utilizan el neoplatonismo, corriente dominante en el Imperio Romano, con un desconocimiento de la obra de Aristóteles, que no parecía compatible con las tesis principales del cristianismo. Se apoyaron los dogmas, se luchó contra las herejías, se plantearon los conflictos de las relaciones entre fe y razón, la existencia de Dios, la creación, la libertad humana, etc., temas que San Agustín aborda en su planteamiento filosófico.
– DIFERENCIAS ENTRE LAS ANTIGUAS FILOSOFÍAS GRIEGAS Y ROMANAS FRENTE A LA FILOSOFÍA DEL CRISTIANISMO MEDIEVAL:
En las filosofías griegas y romanas:
1-Existía una pluralidad de escuelas en permanente discusión defendiendo cada cual su postura. La verdad era el resultado de una verdad compartida, que partía de los límites del conocimiento humano. El cristianismo señalaba que sólo una escuela tiene y defiende la verdad, las demás están equivocadas.
2- Había una moral intelectualista (del tipo de la de Sócrates), el mal se entendía como el resultado de la ignorancia. El cristianismo plantea que quien escoge el mal es porque es malo, egoísta, prefiere decidirse por el mal, pese a que tenga conocimiento sobre lo que es lo correcto. La maldad es resultado de la libertad. La libertad implica que podemos escoger.
3.- Se diferenciaba claramente entre razón y fe. Sin embargo, para el cristianismo no hay autonomía de la razón humana frente a la fe. La verdad absoluta sólo viene de Dios, y la razón debe de adecuarse a ella para acceder a ella.
4.-Los dioses eran muchos conectados con el cosmos y tenían una realidad ajena a la existencia humana, no se preocupaban por intervenir en la historia para mejorar y liberar al ser humano. El cristianismo presenta a Dios como único dios (monoteísmo), que es el creador del universo (creacionismo), omnipotente y providente (se ocupa de favorecer el) bien en la historia humana. Dios se hace hombre en un momento concreto y toda la historia adquiere sentido en función de este hecho. La historia se presenta como un proceso lineal, abierto en el que Dios interviene, frente a la noción cíclica y cerrada de la historia del mundo griego.
INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO DE AGUSTÍN DE HIPONA (SAN AGUSTÍN) (354/430)
La actividad filosófica de San Agustín, su propia vida está presidida por la única verdad para el ser humano: Dios. Dedicado a ello, es el autor que realiza la primera síntesis entre cristianismo y las filosofías platónica y neoplatónica (adapta el platonismo al cristianismo).
Teoría del conocimiento
Para explicar este apartado vamos a tratar cinco puntos diferentes: 1. Colaboración entre razón y fe, 2. La búsqueda de la verdad, 3. El proceso de interiorización, 4. Tres niveles de conocimiento.
- Colaboración entre razón y fe.
Convencido de la compatibilidad entre el cristianismo y el platonismo, Agustín de Hipona no se planteó como problema la relación entre fe y razón. A partir de la convicción de que hay una única verdad común a todos los hombres, y que tanto la fe como la razón proceden de Dios, parece absurdo independizar dos fuentes de conocimiento (como hacía la filosofía griega antigua o defensores del cristianismo como Tertuliano). Ambas deben colaborar para el esclarecimiento de la única verdad. Son complementarias: la razón es una colaboradora de la fe; por la razón llegamos a la fe y la misma fe iluminará y orientará a la razón, para, después encargarle que la clarifique (cree para entender y entiende para creer). Es tarea de los filósofos cristianos esforzarse por comprender las verdades de fe.
2. La búsqueda de la verdad.
Para San Agustín, la actividad propia de la filosofía es una continua búsqueda de la verdad e identifica “la verdad” con Dios.
Es la propia naturaleza humana la que mueve al ser humano a buscar la verdad, que está conectada con la sabiduría en la que encontrará la auténtica felicidad o beatitud.
Para alcanzar la verdad es necesario superar el escepticismo y Agustín de Hipona demuestra la debilidad del escepticismo demostrando que “quienes dudan de la existencia de la verdad” caen en el error de no reconocer la obviedad de la existencia del que se equivoca al reconocer la verdad, pues si alguien se equivoca, no cabe duda de la verdad de que este existe.
- El proceso de interiorización.
Lo que hace que todo tienda a la verdad es el amor, pero la verdad para nuestro autor habita en el interior del hombre, por lo que éste necesita conocerse a sí mismo para llegar a la verdad. Efectivamente, el proceso de conocer se inicia con una vuelta a sí mismo (interiorización). Nos dice: “No salgas fuera, vuelve a ti mismo; la verdad habita en el hombre interior… Si quieres saber dónde encuentra el sabio la sabiduría, te responderé: en sí mismo”.
La interiorización es el punto de partida de un proceso ascendente, que lleva al hombre más allá de sí mismo.
- Tres niveles de conocimiento.
Para San Agustín existen tres tipos de conocimiento en función del medio u origen a través del cual obtenemos ese tipo de verdad: El conocimiento sensible, el racional y la contemplación de las ideas.
El conocimiento sensible se identifica con la información que recibimos a través de los sentidos. Es un tipo de conocimiento inseguro, sujeto a errores y cambios. Es el nivel más bajo de conocimiento.
En segundo lugar, el conocimiento racional que es exclusivo del ser humano y emite juicios sobre hechos o realidades concretas apoyándose en unos modelos inmateriales, invariables, universales y eternos. Por ejemplo, las matemáticas. El conocimiento racional se origina con la información que captamos a través de nuestros sentidos y nuestra mente reconoce su forma y lo identifica con una idea. En este proceso racional el ser humano obtiene una verdad que pese a estar en la razón, está por encima de ella, la trasciende. Las ideas vienen a ser como las ideas ejemplares o modelos platónicos pero es Dios quien las contiene. Distingue entre verdades lógicas o correspondencia de los objetos sensibles con las ideas del alma y verdad ontológica o verdad por sí misma, no en relación a algo exterior a sí mismo.
En tercer lugar, el conocimiento más elevado y perfecto corresponde a la contemplación. Es una forma de conocimiento que consiste en contemplar las ideas eternas exclusivamente a través de la mente como resultado de la iluminación divina.
Dado que las ideas eternas son inmutables, no pueden proceder del mundo sensible (cambiante), ni tampoco el hombre por sí sólo las puede alcanzar porque es un ser limitado, por tanto, la razón necesita de la ayuda de Dios. La verdad y la sabiduría sólo pueden alcanzarse a través de la iluminación, acción directa de Dios sobre la mente humana. Dios es el que las infunde en nuestra mente. Las ideas son las formas permanentes e invariables de las cosas y están contenidas en la mente divina. Son innatas y no las posee el alma anteriormente, sino que surgen en nuestra mente por irradiación divina, por revelación natural. Al igual que el Sol ilumina las cosas haciéndolas visibles, así también Dios ilumina el alma humana para que sea capaz de alcanzar la verdad.
LA IDEA DE DIOS
Para explicar la idea de Dios en San Agustín voy a referirme a los siguientes puntos. 1. La naturaleza de Dios. 2. Pruebas de la existencia de Dios, 3. El creacionismo.
- La naturaleza de Dios.
Para Agustín de Hipona la naturaleza de Dios en sí misma resulta inabarcable para el ser humano que es un ser inferior. La naturaleza de Dios es inefable para el ser humano, pues Dios lo trasciende y, por tanto, no podemos comprender ni expresar con palabras su complejidad (Teología negativa: sólo nos resulta posible explicar lo que es Dios abarcando lo que no es).
San Agustín identifica a Dios con la verdad última de todo. Acceder a esta verdad última nos hace sabios y nos permite disfrutar de la verdadera felicidad (beatitud).
Además, Dios es verdadero por sí mismo, no en relación con otra cosa, es en sí una verdad ontológica, no lógica.
- Pruebas de la existencia de Dios.
Para san Agustín la existencia de Dios es evidente y existen pruebas concluyentes de su existencia. Una prueba radica en la existencia de las verdades eternas que por ser inmutables, universales y eternas, no pueden haber sido creadas el hombre, que es un ser mutable y finito. Si nuestras almas son mutables no pueden ser el origen de esas ideas. Sólo un ser inmutable como Dios puede ser el origen adecuado de esas ideas. Dios es el que imprime la verdad en nuestras almas y es el sol que ilumina el mundo inteligible.
Un segundo argumento que también utiliza como prueba de la existencia de Dios es el consenso universal de los hombres. San Agustín piensa que la mayoría de los seres humanos coincide en aceptar la existencia divina.
Una tercera prueba es la que muestra el orden del mundo, que valora como la máxima expresión del creacionismo. El mundo es un cosmos ordenado que tiene su principio y su fin en Dios.
- Creacionismo
En conexión con las doctrinas cristianas Agustín de Hipona sostiene las siguientes ideas relacionadas con la idea de que Dios es el creador del universo:
- Dios es el ser y la bondad suprema, eterno e inmutable.
- Dios Crea el mundo a partir de la nada. Antes, no había nada, ni materia ni tiempo.
- Dios crea el mundo por su voluntad amorosa, por amor.
- La creación es un acto libre, al que Dios no estaba obligado.
- Dios crea el mundo a su imagen y semejanza, de acuerdo con las ideas o arquetipos residentes en su mente, que son como ejemplares a los que las criaturas han de conformarse. No existen desde el principio, sino que son razones germinales depositadas en la materia en el momento de la creación y que se desarrollarán en su momento apropiado.
- Aunque Dios es trascendente porque no tiene la misma naturaleza que lo creado, y es providente, es decir, se preocupa de la historia que comienza con la creación del tiempo.
EL SER HUMANO
Para abarcar la interpretación que san Agustín tenía del ser humano vamos a referirnos a los tres puntos siguientes: 1.Conexión alma-cuero y características del alma humana. 2. El ser humano cima de la creación, 3. La libertad individual.
- Conexión alma-cuero y características del alma humana.
Conforme a la doctrina cristiana, San Agustín señala que el ser humano es el compuesto o unión de cuerpo y alma. Pero subraya la existen dos sustancias distintas en este compuesto: una, material y la otra espiritual. La esencia del ser humano es el alma. Las personas esencialmente son su alma que se sirven de su cuerpo. El alma humana tiene un carácter racional, puede conocer, frente al resto de animales que sólo tienen un alma sensible incapaz de conocer.
El alma posee una razón inferior, que solo accede al conocimiento sensible, y una razón superior capaz de conocer las verdades eternas. Concibe el alma separada del cuerpo con inclinaciones contrarias. El cuerpo se deja llevar por la sensualidad de lo material y el alma tiende a lo espiritual y tiende a refugiarse en el amor a Dios.
El alma es inmortal, como demuestra que sea capaz de acceder a las verdades eternas y que en ellas encuentre su felicidad más completa o beatitud; pero es temporal, al ser creada por Dios. El cuerpo es mortal.
El alma posee tres facultades, que vienen a reflejar la trinidad divina: memoria, inteligencia y voluntad.
2. El ser humano cima de la creación.
El ser humano es la criatura favorita, la cima de la creación, está hecho a imagen y semejanza de Dios. Su alma es inmaterial e inmortal. Cada alma la ha creado Dios. Es superior al cuerpo e influye en él.
3. La libertad individual.
El ser humano posee una libertad individual capaz de elegir entre el bien y el mal, por tanto es libre de salvarse aceptando el cristianismo o condenarse al rechazarlo.
ÉTICA / MORAL
Para abarcar la ética de Agustín de Hipona voy a referirme a los siguientes conceptos básicos: 1. Ética eudemonista cristiana y gracia divina. 2. Bien y mal. 3. Libertad y libre albedrío. 4. Leyes morales y tipos de mal.
- Ética eudemonista cristiana y gracia divina
Agustín de Hipona desarrolla una ética eudemonista cristiana. El fin de la conducta humana es la felicidad, la vida buena o beatitud. Esta felicidad solo se encontrará en Dios con ayuda de la gracia divina. Presenta al ser humano como un ser limitado, que necesita de Dios para alcanzar sus principales objetivos.
- Bien y mal.
En el ser humano existen dos sustancias distintas: una material y otra espiritual. Ambas poseen inclinaciones contrarias. El cuerpo se deja llevar por la sensualidad y el alma por el amor a Dios. Esta dualidad de sustancias está conectada con una doble inclinación del ser humano hacia el bien y hacia el mal.
Por un lado, el alma de las personas tiende al bien por naturaleza, pues tiende a dirigirse a Dios. Su voluntad busca la felicidad y solo puede conseguirla en Dios.
Por otro lado, como consecuencia del pecado original, el alma tiende a buscar la felicidad en lo material, y el cuerpo acaba esclavizándola, arrastrándola hacia el pecado. El mal no está propiamente en lo material, que ha sido creado por Dios, el mal consiste en la privación o ausencia del bien. San Agustín defiende que el alma bajo la influencia del pecado original no puede salvarse sin la ayuda de la “gracia” divina y tiende hacia el mal.
- Libertad y libre albedrío.
Debemos distinguir entre libertad y libre albedrío. El libre albedrío es la capacidad que tienen las personas de obrar voluntariamente y que, a partir del pecado original, está orientada hacia el mal. La libertad es la capacidad para hacer solo buen uso del libre albedrío. La gracia divina es la ayuda que Dios ofrece al libre albedrío (voluntad humana), cooperando con él sin anularlo, recuperando su eficacia para el bien que el pecado había anulado.
Para hacer el bien se requiere, primero, del libre albedrío y, segundo, de la “gracia”, que es un don divino. La gracia divina no suprime la voluntad (la responsabilidad individual), sino que ayuda a la voluntad a superar la maldad provocada por el pecado original. Esto es, la gracia impulsa el buen uso del libre albedrío, que es precisamente en lo que consiste la libertad.
El mal surge del uso inadecuado que el hombre hace del libre albedrío. Así, el hombre es el responsable del mal, y no Dios, por tanto, el hombre se hace merecedor del mal y no Dios, por tanto, también se hace merecedor del premio o castigo en función de sus decisiones y comportamiento. Aunque considera que Dios tiene conocimiento previo de lo que va a pasar, para san Agustín, el ser humano es libre, no está predeterminado, Dios respeta la libertad humana pese a que conoce de antemano su elección, pero será el uso de esa libertad la que dé sentido a la acción humana, al premio o castigo.
La gracia divina está conectada con el amor de Dios (que es caridad) hacia el hombre, su criatura favorita, es lo que impide que el ser humano se incline hacia el mal. Para san Agustín, quien ama no necesita leyes, pues el mismo amor lo lleva a la realización del bien y al verdadero camino de la salvación.
La voluntad humana es decisiva en la ética, pues es la que mueve al ser humano a hacer efectiva su libertad decidiéndose entre el bien o el mal.
- Leyes morales y tipos de mal.
Las leyes morales (conciencia del bien y del mal) están inscritas también, como las verdades eternas en el interior del hombre, en su conjunto constituyen la ley eterna. La felicidad deriva de su cumplimiento, teniendo en cuenta que no la proporcionan los bienes materiales, sino el bien inmutable que es Dios.
San Agustín diferencia tres tipos de males:
Mal metafísico: El mal es ausencia de bien. El mal no es, no existe.
Mal físico: Le da un sentido que puede escapar a nuestra inteligencia limitada. Es una deficiencia transitoria. Lo decisivo es el bien. Y de lo que nos parece un mal, siempre se puede sacar algún bien.
Mal moral: Es consecuencia del pecado y del libre albedrío. El mal es un alejamiento de Dios por parte de la voluntad humana.
Política/Sociedad
Es su filosofía de la historia. Lo mismo que reconoce dos modelos de hombre: el que ama a Dios y el que se ama a sí mismo y desprecia a Dios, distingue dos modelos de sociedad, que los llama ciudades: la ciudad de Dios y la ciudad terrenal. La ciudad de Dios la componen todos lo seres humanos guiados por el amor de Dios. Ellos serán los elegidos o predestinados. Interpreta la historia humana como guiada por la acción de Dios a través de la historia. Ve en la caída del imperio romano, considerado indestructible y perfecto por los romanos un signo de crisis de la ciudad terrenal, a la que pertenecen aquellos que anteponen el amor propio, el egoísmo, al amor de Dios. Los ciudadanos de ambas ciudades viven en el seno de las mismas sociedades históricas, pero a la ciudad de Dios pertenecen todos los justos, los que viven, han vivido y vivirán. Las dos ciudades se disputan el alma humana y, al final de los tiempos, brillará el bien sobre el mal, se producirá la separación de las dos ciudades que han coexistido mezcladas, a través de los siglos.
Aunque las dos ciudades, en principio, no deben confundirse con la Iglesia visible y el Estado; con el tiempo, por hacerse religión oficial y por su lucha por la conversión de los bárbaros, se identificó a la Iglesia con la ciudad de Dios. La Iglesia posee por revelación la interpretación correcta del orden moral del mundo; el Estado sólo legisla desde el orden positivo de las convenciones humanas. Por eso, el Estado debe dejarse orientar por la Iglesia, sostenerla y defenderla.